domingo, 25 de septiembre de 2011


Hace dos siglos Benjamín Franklin reveló al mundo el secreto de su éxito. Nunca dejes para mañana – dijo – lo que puedas hacer hoy.
Este hombre descubrió la electricidad. La gente debería prestar más atención a las cosas que dijo. No sé por qué siempre posponemos todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene que ver mucho con el miedo. El miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo… A veces es miedo a tomar una decisión porque… ¿Y si te equivocas? ¿Y si cometes un error sin solución? Permítanme decirles que todo tiene solución, excepto la muerte (aún).
Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo es como si cargáramos con un tumor gigante.
El pájaro más rápido atrapará al gusano. Una decisión a tiempo salva vidas.
Quien duda está perdido.
No podemos fingir que no nos lo dijeron. Todos hemos oído los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos advirtiéndonos sobre el tiempo perdido, hemos oído a los poetas malditos instándonos a vivir el momento. Aunque a veces debemos escucharnos a nosotros mismos. Debemos cometer nuestros propios errores. Debemos aprender nuestras propias lecciones. Debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos más, hasta que comprendamos por fin lo que Benjamín Franklin quería decir; que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir y que fracasar o cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado.

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